Si preguntásemos a alguien qué entiende por una persona sincera, el interrogado
sentiría cierto alivio, pues ésta en
principio parece una
palabra fácil de definir. Hay muchas
palabras cuyo sentido creemos comprender sin dificultad
pero cuya definición exacta se
nos puede hacer
ardua. No es este el
caso. Al que se le pregunté dirá probablemente que una
persona sincera es aquella
que dice la
verdad, aquella que no miente.
Efectivamente es así;
pero una persona
sincera es más que eso.
No consiste solo en
decir la verdad, lo que limitaría la sinceridad
de la persona a la comunicación verbal, hablada o escrita. Ser una
persona sincera supone manifestar
la verdad de
una forma más
amplia, de alguna
manera implica no solo decir, sino ser
verdad. El mismo origen
del término nos puede ayudar a comprender esta mayor dimensión de la
sinceridad. El origen de la palabra proviene de la época del
renacimiento, concretamente en España.
Los escultores españoles cuando cometían
algún error mientras
tallaban estatuas
de mármol caras, disimulaban los defectos
con cera. Así,
una estatua que no tenía ningún defecto y no necesitaba retoques era reconocida como una
" escultura sin cera".
Con el tiempo la definición evolucionó hasta la
conclusión de que quien no oculta nada,
es una persona sincera.
Miguel G.
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